El 24 de septiembre aparecieron rumores en Internet de que el lunes 28 de septiembre la NASA anunciaría un descubrimiento de alto nivel relacionado con el Planeta Rojo. Los rumores se han confirmado y, junto con una grabación de la rueda de prensa de la NASA, Nature Geosciences ha publicado un estudio que sugiere la existencia de agua en estado líquido en Marte.
El agua en Marte existe en estado líquido y sólido
Los científicos saben de la existencia de hielo en Marte desde hace bastante tiempo. Es más, los datos sobre la presencia de agua en este estado químico ya se han convertido en una broma entre los exploradores espaciales. Curiosity, que lleva tres años recorriendo la superficie de Marte, también confirmó la existencia de agua a cierta profundidad.
La principal pregunta que se hicieron esta vez los científicos de la NASA: ¿se derrite alguna vez el hielo? La respuesta a esta pregunta podría confirmar o desmentir la popular teoría de que hubo un enorme océano en Marte hace unos cuatro millones de años. Los científicos han encontrado la confirmación de su suposición en las extrañas corrientes oscuras que se ven en las fotografías de la superficie del Planeta Rojo.
El agua en Marte existe en forma líquida
Estas vetas fueron detectadas por primera vez por naves de investigación en 2010 y eran oscuras y estrechas, de unos cinco metros de ancho. En la estación cálida aumentaban de anchura y se hacían más largas, mientras que en la fría, por el contrario, disminuían. Este hecho llevó a los científicos a suponer que el agua salada podría participar en la creación de dichas franjas. Además, las temperaturas de las distintas estaciones en Marte se correspondían con las presuntas temperaturas a las que el agua podría formar dichas franjas.
Normalmente, la temperatura en Marte ronda los -62,2 °C, pero durante la estación cálida, cerca del ecuador, se eleva hasta los 21 °C. Se trata de una temperatura agradable para los arroyos que bajan por las laderas, y la presencia de percloratos en ellos reduce el punto crítico de congelación. En los fríos más severos, estos arroyos se convierten en depósitos residuales de sal.
